lunes, 5 de diciembre de 2011

El Juicio de los Justos

Un nuevo día se avecina. La energía aumenta en la Tierra desproporcionadamente. En la raza humana se hace la selección. Cada uno hace sus elecciones basándose en el miedo o en el amor, en el materialismo o en la espiritualidad.
Cada vez hay más gente despierta pero también la purificación de la Tierra es cada vez mayor. La luz ilumina el mundo de tinieblas que existían en el subconsciente de cada ser vivo. El dolor, la angustia y las crisis son cada vez más frecuentes. El llamado resuena por todas partes pero sólo los corazones puros y valerosos pueden escucharlo.
Luego, hay una larga senda por recorrer, llena de obstáculos, tentaciones (refiriéndonos a la atracción que el mundo exterior aún ejerce sobre la persona recién despierta), túneles de obscuridad,  purificaciones, etc. que hacen que muchos que emprendieron el camino con pasión retornen a su ego asustados y temerosos del vacío y la oscuridad a la que deben enfrentarse, perdiendo la alegría y la fuerza con la que emprendieron su búsqueda, decepcionados con la poca receptividad encontrada entre familiares y  amigos, considerados locos, marginados, excéntricos y todo tipo de  barbaridades sólo por seguir su camino, por ser diferentes y buscar una forma de vivir más elevada.
La “conciencia buena” (que no tiene nada que ver con la auténtica bondad) condena todo lo que es diferente y no se ajusta a su norma e interés. Si no eres como se supone deberías ser, entonces se da permiso para condenarte, criticarte y encima se justifica para hacerlo. Es el “juicio de los Justos”, de los que se convierten en Dios para juzgar al otro. Por eso Jesús dijo “no vine para salvar a los justos, sino a los pecadores”.